Bufandas y abrigos
"La vida es una gran escuela, que poco enseña a quien no sabe leer."
FELIZ DIA DE LA MADRE
miércoles, 9 de mayo de 2012
Tapones solidarios
¡Feliz día, don libro!
Estaba el señor don Libro
Don Libro era un tío sabio,
Estaba el señor don Libro,
Los libros en general les educan, enseñan y permiten explorar nuevos mundos, descubrir lo desconocido, interpretar lo conocido, despertar sensaciones y sentimientos a través de sus dibujos, de sus páginas, de sus personajes. Tenemos que animar a nuestros peques a descubrir los mundos que habitan ya que cada libro, y cada historia, y cada poesía, en sus líneas les enseñará un mundo distinto y mágico.
La lectura supone un aprendizaje, tal y como observamos a diario quienes convivimos en las aulas de Infantil; de ahí que la estimulemos desde el comienzo de la escolarización, conscientes de su importancia.
Poesias para la primavera
Doña Primavera
Doña Primavera
viste que es primor,
de blanco, tal como
limonero en flor.
Lleva por sandalias
una anchas hojas
y por caravanas
unas fucsias rojas.
¡Salid a encontrarla
por esos caminos!
¡Va loca de soles
y loca de trinos!
Doña Primavera,
de aliento fecundo,
se ríe de todas
las penas del mundo...
No cree al que le hable
de las vidas ruines.
¿Cómo va a entenderlas
entre los jazmines?
¿Cómo va a entenderlas
junto a las fuentes
de espejos dorados
y cantos ardientes?
De la tierra enferma
en las hondas grietas,
enciende rosales
de rojas piruetas.
Pone sus encajes,
prende sus verduras,
en la piedra triste
de las sepulturas...
Doña Primavera
de manos gloriosas,
haz que por la vida
derramemos rosas:
Rosas de alegría,
rosas de perdón,
rosas de cariño
y de abnegación.
Gabriela Mistral
El pino verde
Verde pino, verde pino,
vengo a tu sombra a jugar,
a la orilla del camino
quiero una acequia formar.
El agua, agüita de plata,
pronto correrá hasta aquí,
y una dulce serenata
dirá sólo para mí.
Verde pino, verde pino,
¡qué hermosa y dulce canción!:
los pájaros del camino
están en tu corazón.
Al alba, pino de oro;
verde, en el atardecer;
de noche -blanco tesoro-
de plata pareces ser.
Verde pino, verde pino,
los gnomos te cuidarán,
y las ranas del camino
de noche te dormirán
Fermín Estrella Gutiérrez
A la montaña
A la montaña
nos vamos ya,
a la montaña
para jugar.
En sus laderas
el árbol crece,
brilla el arroyo,
la flor se mece.
Qué lindo el aire,
qué bello el sol,
azul el cielo:
¡se siente a Dios!
Alfonsina Storni
La ardilla
La ardilla corre,
la ardilla vuela,
la ardilla salta,
como locuela.
-Mamá, la ardilla
¿No va a la escuela?
Ven, ardilla,
tengo una jaula
que es muy bonita.
No, yo prefiero
mi tronco de árbol
y mi agujero.
Amado Nervo
Semillita
Semillita, semillita
que en la tierra se cayó
y dormidita, dormidita
enseguida se quedó.
¿Dónde está la dormilona?
un pequeño preguntó
y las nubes contestaron:
una planta ya creció.
Semillita, semillita
que recibiste calor
para dar una plantita
muchas hojas y una flor.
Haydé G. de Guacci
Los pajarillos
En el jardín de mi casa
hay un árbol ya crecido
y en la horquilla de sus ramas
brilla un nido.
Es menudo y redondito
hecho con plumas y pajas,
y en su fondo hay cuatro huevos
que parecen cuatro alhajas.
Nidito mío,
cuánto te quiero,
no salió joya más linda
de manos del orfebrero.
Han pasado pocos días,
¡ay!, ya tiene pajaritos,
¡ cómo miran sus ojitos,
cómo pían sus piquitos!
No tiréis piedras al árbol,
tened amor y piedad,
que aquí fabrican sus alas
la vida y la libertad.
Teodoro Palacios
Película Adam
El amor puede ser arriesgado, desconcertante y estar lleno de los peligros provocados por errores de comunicación. Y eso, aunque uno no sea ADAM, cuya vida es exactamente así. Hugh Dancy protagoniza esta comedia romántica rebosante de sentimiento, dando vida a Adam, un guapo aunque enigmático joven que ha vivido toda su vida a cubierto de cualquier contingencia, hasta que conoce a su nueva vecina, Beth, una bella y cosmopolita joven que lo saca a rastras al mundo exterior, con resultados divertidos, conmovedores y totalmente inesperados. La inverosímil y enigmática relación revela hasta qué punto pueden dos personas pertenecientes a realidades distintas ponerse a prueba en busca de una relación extraordinaria..
CUENTO: La pizarra que habla juega y es tan divertida
La pizarra que habla,
juega y es tan divertida
Era la primera vez que iba a clase. No tenía demasiado miedo, pero aquella noche no pudo dormir demasiado. Estuvo pensando y pensando cómo sería su primer día, así que mientras no podía conciliar el sueño ideó una manera para que el tiempo pasara lo más rápido posible.
José Buenaventura creyó que lo más conveniente era imaginar cómo sería el día siguiente, aquella primera jornada frente a veinte chiquillos de entre cuatro y cinco años.
Éste sería su primer contacto directo con estos niños. Cuando él estudió le enseñaron y dieron muchos consejos de cómo debería tratar a los futuros alumnos, pero la realidad siempre se le hacía muy diferente.
En su cama soñaba despierto que todos los niños se mostraban ilusionados con lo que él enseñaba. Que lo hacía de modo agradable y que nadie se le distraía. De esta manera imaginándoselo se quedó dormido.
Al día siguiente, el despertador sonó antes de lo habitual, había que vestirse para la ocasión, por ello, la ropa bien planchada descansaba sobre la silla junto a la cama. Aquel día no se hizo el remolón, se levantó inmediatamente. Se dirigió al cuarto de baño, se aseó y afeitó, luego desayunó y se vistió. Hasta llegar al colegio sólo tuvo que caminar unos diez minutos, que se le pasaron volando, pues estaba muy nervioso.
Una vez allí saludó a sus nuevos compañeros, quienes se mostraron muy contentos con su llegada. Entre ellos murmuraban: ¡pobre maestro! En su clase no hay ni una simple pizarra.
José Buenaventura llegó a su aula y saludó a los pequeños: "Hola a todo el mundo". Pero éstos no le correspondieron. También para ellos era el primer día y no sabían frente a quién estaban y como podrían suceder las cosas. Sólo Norberto, un chico pelirrojo bastante despierto preguntó: "Aquí no hay pizarra". A lo que José Buenaventura respondió: "Ésta gran pantalla será nuestra pizarra y con este ordenador haremos todas las actividades".
Al parecer Norberto no había quedado muy satisfecho con la contestación y volvió a preguntar: "¿Y usted dónde se sentará?" En esta ocasión, el maestro sonrió y dijo que él siempre estaría de su lado. Al parecer la primera prueba con los alumnos no había salido del todo mal. No obstante, para ello tuvo que explicar lo que era una pizarra, pues creyó que la mayoría de los niños nunca habían visto una de éstas. Seguidamente, dijo algo sobre su nueva pizarra y por qué estaba enchufada a un ordenador.
Una vez todos se presentaron y mientras Norberto seguía haciendo preguntas de las suyas, José Buenaventura encendió el ordenador y la pantalla se iluminó. En principio resultó un poco fea pero, de repente, comenzó a hacer ruidos, emitir palabras y hasta tenía música. Había muchos colorines y luego aparecieron dibujitos que se movían, que charlaban entre ellos, que hacían preguntas…que invitaban a jugar.
Después de aquello, los chicos fueron al patio, jugaron con el resto de los amigos, corrieron y saltaron muchísimo. Otra vez en clase estuvieron trabajando sobre actividades que el maestro les mandó.
Los días fueron pasando y todos los alumnos estaban muy contentos con aquella nueva pizarra que hablaba, invitaba a jugar y casi sin querer enseñaba cosas muy bonitas. Cuando los pequeños se habían familiarizado con aquella herramienta, también jugaban directamente con ella. Todos disfrutaban mientras aprendían y José Buenaventura cada día estaba más ilusionado pues veía cómo todos participaban. Incluso Ramón, que tenía un problemita en las manitas, para él había una bola de color azul con la que podía jugar y hacer dibujos, o bien colorear en el ordenador.
Él traía a la clase discos que colocaba en el ordenador y todo el mundo jugaba. A veces, escribía algo y enseñaba juegos de otros países, pensados para los niños de cualquier lugar del mundo. También veían la televisión, sólo los programas infantiles y, de vez en cuando, mostraba lugares muy lejanos.
Un día, José Buenaventura dejó de venir al colegio. Nadie supo lo que le sucedió, quizá nadie quiso preguntar qué le había sucedido. Así que me pusieron en su lugar. Me extrañó muchísimo, el primer día que fui, que en la clase no hubiese pizarra, pero pronto me acostumbré. En la actualidad soy incapaz de enseñar sin la ayuda del ordenador y aquella pizarra que habla, juega y es tan divertida. ¡Ah! Lo había olvidado, José Buenaventura está en la Universidad, un lugar donde enseña a los mayores cosas sobre los niños y siempre que tengo alguna duda, acudo a él.
Víctor Amar