FELIZ DIA DE LA MADRE

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jueves, 29 de diciembre de 2011

Tres regalos para el Día de Reyes: Algunas ideas para regalar a los niños

Aunque muchos niños ya han recibido sus regalos de Navidad porque se los ha traído Papá Noel, todavía quedan muchos otros que esperan la visita de los Reyes Magos y desean que vengan bien cargados de juguetes. En relación a los regalos navideños de los más pequeños conocíamos hace unos días la postura de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria (AEPap) y la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP), que recomiendan moderación a la hora de regalar juguetes y señalan como idóneo tres regalos para el Día de Reyes. Los pediatras son conscientes de que los niños son grandes consumidores, y por tanto, aconsejan no regalar más de dos o tres juguetes, sino fomentar el deseo de recibirlos. Para ello, la carta a los Reyes Magos debe escribirse con un sentido educativo y “no hacerla rápidamente, sino demorarla, puesto que va a contribuir a aumentar el deseo verdadero hacia alguna cosa, y eso va a acrecentar el valor del juguete recibido. Los juguetes que el niño pide y obtiene enseguida, pierden rápidamente su valor” en palabras de Martínez Rubio, pediatra de Sevilla. La pediatra nos da algunas ideas para regalar a los niños en el Día de Reyes. Las recomendaciones se basan en la edad del niño, ya que no todos los juguetes funcionan igual y cada uno es adecuado para una determinada etapa. Por ejemplo, los bebés menores de un año necesitan muy pocos juguetes, ya que pueden manejar como máximo un solo objeto a la vez, pero sí una persona que juegue con ellos, les mire y les hable, para favorecer el desarrollo del lenguaje y la sociabilidad. Cuando son un poco más mayores, hasta los dos años aproximadamente, los niños están preparados para descubrir relaciones y adquirir habilidades, como montar, encajar, derribar, etc, por lo que las construcciones son muy adecuadas para esta etapa. Entre los dos y los cinco años, los pediatras recomiendan los juegos de construcciones y que estimulen la imaginación. Martínez Rubio sostiene que “el juego simulado es muy importante en el desarrollo infantil. Para eso son excelentes las cocinitas, los supermercados y los garajes. Es buena edad para iniciar a los hijos en los puzzles y los juegos de mesa que estimulan la memoria. La plastilina y las pinturas ejercitan otras habilidades interesantes y proporcionan placer”. Durante la etapa escolar, una buena idea para regalar a los niños son los juegos que implican normas en grupo, para que los niños “empiecen a jugar en equipo, relacionarse, aprender a perder y ganar, desarrollar razonamientos mentales y pensar más allá de la jugada inmediata”. En esta etapa también es importante estimular y crear un hábito de lectura.

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CUENTO: La pizarra que habla juega y es tan divertida

La pizarra que habla,
juega y es tan divertida

Era la primera vez que iba a clase. No tenía demasiado miedo, pero aquella noche no pudo dormir demasiado. Estuvo pensando y pensando cómo sería su primer día, así que mientras no podía conciliar el sueño ideó una manera para que el tiempo pasara lo más rápido posible.

José Buenaventura creyó que lo más conveniente era imaginar cómo sería el día siguiente, aquella primera jornada frente a veinte chiquillos de entre cuatro y cinco años.

Éste sería su primer contacto directo con estos niños. Cuando él estudió le enseñaron y dieron muchos consejos de cómo debería tratar a los futuros alumnos, pero la realidad siempre se le hacía muy diferente.

En su cama soñaba despierto que todos los niños se mostraban ilusionados con lo que él enseñaba. Que lo hacía de modo agradable y que nadie se le distraía. De esta manera imaginándoselo se quedó dormido.

Al día siguiente, el despertador sonó antes de lo habitual, había que vestirse para la ocasión, por ello, la ropa bien planchada descansaba sobre la silla junto a la cama. Aquel día no se hizo el remolón, se levantó inmediatamente. Se dirigió al cuarto de baño, se aseó y afeitó, luego desayunó y se vistió. Hasta llegar al colegio sólo tuvo que caminar unos diez minutos, que se le pasaron volando, pues estaba muy nervioso.

Una vez allí saludó a sus nuevos compañeros, quienes se mostraron muy contentos con su llegada. Entre ellos murmuraban: ¡pobre maestro! En su clase no hay ni una simple pizarra.http://www.waece.org/cuentos/imagenes/06_1.gif

José Buenaventura llegó a su aula y saludó a los pequeños: "Hola a todo el mundo". Pero éstos no le correspondieron. También para ellos era el primer día y no sabían frente a quién estaban y como podrían suceder las cosas. Sólo Norberto, un chico pelirrojo bastante despierto preguntó: "Aquí no hay pizarra". A lo que José Buenaventura respondió: "Ésta gran pantalla será nuestra pizarra y con este ordenador haremos todas las actividades".

Al parecer Norberto no había quedado muy satisfecho con la contestación y volvió a preguntar: "¿Y usted dónde se sentará?" En esta ocasión, el maestro sonrió y dijo que él siempre estaría de su lado. Al parecer la primera prueba con los alumnos no había salido del todo mal. No obstante, para ello tuvo que explicar lo que era una pizarra, pues creyó que la mayoría de los niños nunca habían visto una de éstas. Seguidamente, dijo algo sobre su nueva pizarra y por qué estaba enchufada a un ordenador.

Una vez todos se presentaron y mientras Norberto seguía haciendo preguntas de las suyas, José Buenaventura encendió el ordenador y la pantalla se iluminó. En principio resultó un poco fea pero, de repente, comenzó a hacer ruidos, emitir palabras y hasta tenía música. Había muchos colorines y luego aparecieron dibujitos que se movían, que charlaban entre ellos, que hacían preguntas…que invitaban a jugar.

Después de aquello, los chicos fueron al patio, jugaron con el resto de los amigos, corrieron y saltaron muchísimo. Otra vez en clase estuvieron trabajando sobre actividades que el maestro les mandó.

Los días fueron pasando y todos los alumnos estaban muy contentos con aquella nueva pizarra que hablaba, invitaba a jugar y casi sin querer enseñaba cosas muy bonitas. Cuando los pequeños se habían familiarizado con aquella herramienta, también jugaban directamente con ella. Todos disfrutaban mientras aprendían y José Buenaventura cada día estaba más ilusionado pues veía cómo todos participaban. Incluso Ramón, que tenía un problemita en las manitas, para él había una bola de color azul con la que podía jugar y hacer dibujos, o bien colorear en el ordenador.

Él traía a la clase discos que colocaba en el ordenador y todo el mundo jugaba. A veces, escribía algo y enseñaba juegos de otros países, pensados para los niños de cualquier lugar del mundo. También veían la televisión, sólo los programas infantiles y, de vez en cuando, mostraba lugares muy lejanos.

Un día, José Buenaventura dejó de venir al colegio. Nadie supo lo que le sucedió, quizá nadie quiso preguntar qué le había sucedido. Así que me pusieron en su lugar. Me extrañó muchísimo, el primer día que fui, que en la clase no hubiese pizarra, pero pronto me acostumbré. En la actualidad soy incapaz de enseñar sin la ayuda del ordenador y aquella pizarra que habla, juega y es tan divertida. ¡Ah! Lo había olvidado, José Buenaventura está en la Universidad, un lugar donde enseña a los mayores cosas sobre los niños y siempre que tengo alguna duda, acudo a él.

Víctor Amar


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